Han pasado ya 25 años desde que iniciamos nuestra andadura con un costal y una faja. Durante este tiempo hemos podido oir como la gente expresa su opinión, desconociendo a veces lo que para un costalero supone ser costalero. Nosotros ajenos a todo ello, hemos seguido el camino que ya iniciamos y hemos podido ver como nos enfrentabamos a pequeñas y grandes dificultades que se han interpuesto a nuestro deseo.
Gracias a nuestra fe y nuestra lucha, hemos podido implantar una forma y un estilo propio, del que ahora todos podemos estar orgullosos. Todo esto marcado, por supuesto, con el sello y el respeto que nuestra hermandad se merece.
Detrás de todo encontramos una cuadrilla de hermanos costaleros, en la que se respira un aire puro, lleno de amistad y de alegría. Porque el costalero es alegría y dolor; sonrisa y llanto, pero sobre todo, un privilegio que nadie puede llegar a imaginar.
El costalero, en un momento cualquiera, es capaz de desprender por sus mejillas una lágrima y a la vez dejar la sonrisa amarga del sufrimiento.
Gracias a nuestra fe y nuestra lucha, hemos podido implantar una forma y un estilo propio, del que ahora todos podemos estar orgullosos. Todo esto marcado, por supuesto, con el sello y el respeto que nuestra hermandad se merece.
Detrás de todo encontramos una cuadrilla de hermanos costaleros, en la que se respira un aire puro, lleno de amistad y de alegría. Porque el costalero es alegría y dolor; sonrisa y llanto, pero sobre todo, un privilegio que nadie puede llegar a imaginar.
El costalero, en un momento cualquiera, es capaz de desprender por sus mejillas una lágrima y a la vez dejar la sonrisa amarga del sufrimiento.
Aunque soy de la opinión de muchos de vosotros, en no mirar mucho hacia atrás y conservar lo que tenemos ahora.
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