Después de unos años llenos de sinsabores, hemos vuelto a recuperar lo que nuestra hermadad nunca debiera haber perdido. Unos años en los que cada ensayo se convertía en un infierno, y la llegada de la cuaresma era un sufrimiento.
Hemos logrado que nuestra casa hermandad se convierta cada viernes en lugar de reunión, charlas, cenas, y lo más importante, ensayos. Unos ensayos que saben a gloria, si se tiene en cuenta lo ocurrido en tiempos pasados.
Ahora queda una gran labor por delante. Y esa labor es la de mantener lo que tanto trabajo nos ha costado conseguir. Todos juntos, capataces, junta de gobierno, costaleros, debemos ser una piña. No somos dos cuadrillas, debemos ser una sólo, al servicio de nuestra hermandad. Tenemos que mantener este grupo unido, para que nuestros titulares se "paseen" como ellos se merecen por las calles de La Roda.
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