Y llegó el día esperado por todos. Como siempre nos levantamos mirando al cielo, y aunque el día no amaneció muy temeroso, a medida que avanzaba la mañana se ponía cada vez más feo, hasta incluso llegar a caer algunas gotas a eso de las 4 de la tarde. Pero bueno eso es algo con lo que hemos aprendido a vonvivir cada Sábado Santo.
Visitabamos a nuestros titulares y se daban los últimos retoques a unos pasos, explendidos y preparados ya desde la noche antes, para su salida procesional. La Iglesia era un ir y venir de gente. Todos los costaleros juntos, como si de una concentración se tratase, para la hora de comer. Como todos los años, apenas entra nada en el cuerpo. Sin darte apenas cuenta, te encuentras con la gente debajo de los pasos y esperando la tan ansiada salida. Un poco de nervios este año, a la hora de sacar al Cristo, pero con pericia y arte, el paso se puso en la rampa. Muy emotiva fue la primera levantá del palio, recordando a todos los hermanos de nuestra hermandad que ya están en el cielo, especialmente a los que se han ido éste último año. Espectacular la entrada en la calle real de nuestros dos pasos, y el cruce en la calle Sevilla. Igualmente emotiva fue la chicotá del saludo ante la Virgen de la Esperanza en la puerta de su capilla.
Todo resultó como queriamos. La cuadrilla fue una piña y tanto María Stma. de Los Dolores como su Hijo muerto se pasearon dignamente por las calles de nuestro pueblo. Todos pudimos disfrutar como hacía mucho tiempo que no disfrutabamos. Nuestro segundo objetivo también se cumplió.
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