Son muchas las preguntas que vienen a la mente pensando en cómo habría cambiado la historia humana en los últimos veinte siglos sin Jesús. Tratad de quitar de los libros de historia las guerras de religión, las cruzadas religiosas, las inquisiciones y la expansión misionera y veréis lo que queda.
¿Qué hubiese pasado con las culturas nativas de los pueblos conquistados por los cristianos con la cruz en la mano? ¿Se habrían conservado muchas de aquellas culturas que los conquistadores arrasaron temiendo que fueran un impedimento para abrazar la nueva fe cristiana?. Basta pensar lo diferentes que son las culturas, por ejemplo, orientales, que no fueron descubiertas por los cristianos, como la India, la China o el Japón.
El mundo hubiese sido otro y distinto sin el cristianismo. Si mejor o peor, es imposibe saberlo. Muchas de las culturas y literaturas no hubiesen llegado hasta nosotros, ya que fueron legadas a la humanidad por el trabajo de los monjes de los monasterios cristianos.
¿Habría existido la persecución de los judíos sin la idea que la Iglesia tuvo durante siglos, prácticamente hasta el Papa Juan XXIII, de que ellos habían sido los asesinos de Jesús?
El mero hecho de estar haciéndonos estas preguntas es indicativo de la importancia histórica que aquel judío, considerado un loco revolucionario en su tiempo, ha tenido en la historia después de su muerte. Imaginaos lo diferente que hubiese sido nuestra sociedad occidental sin los millones de personas formadas o influenciadas por las escuelas, colegios y universidades religiosas en todo el mundo. Grandes personajes políticos, desde guerrilleros y terroristas revolucionarios de izquierdas, hasta grandes dictadores se formaron, en efecto, en colegios religiosos.
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