La amanecida de aquel 15 de Septiembre en La Roda, fue en todo diferente. En el centro del pueblo, las sencillas fachadas de la plaza estrenaban Arco Tiunfal que, trasladaba a ese lugar la portada parroquial. De una sola chicotá sus costaleros elevan a la Señora en asunción terrena, hasta dejarla entronizada en el momumental estrado.
Se ultiman los postreros detalles ante los ojos expectantes de los devotos, a los que se van uniendo peregrinos y representaciones religosas de localidades más o menos distantes.
Las campanas anuncian que el ceremonial comienza con la salida de la solemne procesión litúrgica, y desde la Parroquia a la Plaza, se abre un imposibe pasillo para celebrantes y acólitos, que incluye también a los portadores de la corona, aún velada.
Es el pueblo, (junto al coro parroquial), el que entona los cantos, subrayando la comunión de todos en la liturgia. Y tras "la palabra", el momento soñado durante tiempo.
Arzobispales manos posan sobre las sienes virginales de la Señora, una diadema de amor, de inquietudes, de gratitudes y peticiones. Y transcurre un momento en que diríase que todo se ha detenido, el tiempo, la respiración e incluso el latido de los corazones, para resurgir en un clamor entre lágrmas y rezos y suspiros y recuerdos de seres queridos.
Al fin el pueblo, sabedor de los deseos de su Reina y Madre Dolorosa, la traslada triunfante al hogar que hizo para los más necesitados de su amparo: los ancianos, que desde ahora contarán con un lugar común donde pasar los últimos años de su vida. Y así entre vítores y aclamaciones de entusiasmo continúa la procesión dejando en el ambiente imágenes inequívocamente evocdas en El Cantar de los Cantares: Bellas son sus mejillas con el rostrillo...Vestida de sol... Sus sienes coronadas de doce estrellas.., al que había que incluir como nueva letanía popular REINA DE LA RODA CORONADA, TU ERES LA HONRA DE NUESTRO PUEBLO.
Luis Becerra
Se ultiman los postreros detalles ante los ojos expectantes de los devotos, a los que se van uniendo peregrinos y representaciones religosas de localidades más o menos distantes.
Las campanas anuncian que el ceremonial comienza con la salida de la solemne procesión litúrgica, y desde la Parroquia a la Plaza, se abre un imposibe pasillo para celebrantes y acólitos, que incluye también a los portadores de la corona, aún velada.
Es el pueblo, (junto al coro parroquial), el que entona los cantos, subrayando la comunión de todos en la liturgia. Y tras "la palabra", el momento soñado durante tiempo.
Arzobispales manos posan sobre las sienes virginales de la Señora, una diadema de amor, de inquietudes, de gratitudes y peticiones. Y transcurre un momento en que diríase que todo se ha detenido, el tiempo, la respiración e incluso el latido de los corazones, para resurgir en un clamor entre lágrmas y rezos y suspiros y recuerdos de seres queridos.
Al fin el pueblo, sabedor de los deseos de su Reina y Madre Dolorosa, la traslada triunfante al hogar que hizo para los más necesitados de su amparo: los ancianos, que desde ahora contarán con un lugar común donde pasar los últimos años de su vida. Y así entre vítores y aclamaciones de entusiasmo continúa la procesión dejando en el ambiente imágenes inequívocamente evocdas en El Cantar de los Cantares: Bellas son sus mejillas con el rostrillo...Vestida de sol... Sus sienes coronadas de doce estrellas.., al que había que incluir como nueva letanía popular REINA DE LA RODA CORONADA, TU ERES LA HONRA DE NUESTRO PUEBLO.
Luis Becerra
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